En las noches sin mucho que hacer en un trabajo que no llevaría a nadie a ningún lado, quien estas lineas escribe escucho una historia, sobre un suceso que paso algunos meses atrás.
En las puertas de la región donde viven los Ayuuk (conocidos como Mixes), trabajaba este intento de servidor en la carretera que empezó a construir el señor Murat (padre), obra con objetivo de comunicar el istmo de Tehuantepec con el lugar en la punta de los Guajes, cuya culminación a día de hoy no ha terminado su hijo Alejandrito (porque en ese lugar caciques y terratenientes heredan los puestos de mando en una plutocracia disfrazada de democracia, donde los cleptómanos hacen y deshacen a su placer).
Dicha carretera de la cual ni la mitad se construyo en casi 20 años, habría podido comunicar con menos problemas a las comunidades aisladas que a sus alrededores se encuentran. Lugares hermosos (y muchas veces peligrosos) donde la majestuosidad de sus bosques es una trampa para quien ellos habitan.
Los habitantes de la montaña se quedan sin comida
No sé decir la fecha exacta, seguramente rondando 2017, cuentan los testigos que llego una "suburban"(así se les llama en el sur del país a esos vehículos inseguros e incómodos de transporte de pasajeros, cuya denominación comercial es la NV350 de la marca japonesa). Pedía desesperadamente pasar sin pagar la cuota de la caseta de cobro, debido a que "llevaba a una niña muy delicada" con rumbo a la ciudad para ver si la podían salvar, la escena una señora que no sabia hablar español acompañaba a una pequeña de alrededor de 12 años, que era solo huesos y piel, la señora desesperaba rogaba en su lengua natal que los dejaran pasar sin hacer el pago (de unos 120 pesos aproximadamente), el chófer intentaba traducir a los encargados de la carretera, que por protocolo negaron que un vehículo pasara sin hacer el pago correspondiente.
Afortunadamente, había una cuadrilla de paramédicos de la cruz roja en guardia (que por norma cada caseta de cobro debe tener) que se compadecieron al escuchar la situación. Valoraron a la niña y le dieron los primeros auxilios, proporcionándole una manta térmica y suero intravenoso (quiere pensar quien esto escribe que con glucosa o algo así), y la llevaron al hospital más cercano. En el traslado en el interrogatorio obligatorio, le preguntaron a la pequeña que es lo último que comió -"Dos pedazos de calabaza y una tortilla"- contesto la infante con una voz que más bien era un susurro que apenas y lograba escucharse.
Esta historia terminó relativamente bien, la infante fue atendida, no sin un montón de problemas debido a la comunicación, recordemos que la mamá solo hablaba ayuuk y la niña como podía la traducía. Y fue dada de alta algunos días después.
Esta historia, me calo hondo, muchas veces escucho a los habitantes de las urbes quejándose de la falta de oportunidades, también a quien dice que el pobre es pobre porque quiere.. porque no trabaja, que porque no tiene educación y muchas razones más.
Ninguna de ella es significativa si tratas de ponerte en los zapatos de quienes viven estas historias como el día a día, ¿donde vas a trabajar si tu comunidad depende de las lluvias de la temporada? 120 pesos, no es nada dirás... ¿pero si esa cantidad es el trabajo de 2 o 3 días completos?
Por allá del 2016 o 17, los caminos seguían siendo de tierra, que se derrumbaba con las lluvias, ahora muchos de esos caminos están pavimentados, probablemente no sea el mejor trabajo, tal vez a los que no vivimos ahi ni nos importe, pero... hay personas que en los sismos del 17 las tuvieron que sacar en camilla caminando 5h o más hasta donde un automóvil pudiera entrar.
Al menos ahora veo como mis impuestos se utilizan en algo que es útil para quienes siempre estuvieron olvidados. Y si eso le hace roncha a quien ni los considera humanos, ojalá nunca sepan lo que es tener hambre y que no haya nada que te puedas llevar a la boca, porque la pobreza cala y poco a poco te mata el alma.
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